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Presentación Sed

El 15 de noviembre de 2024, presentamos en la librería U-Tópicas la primera novela que publicamos como editorial, Sed, de Eda Sofía. A continuación, les compartimos las palabras que escribió Elizabeth Pérez a propósito de esta obra.

Una frase de la novela nos dice: Isabel se perfecciona hiriéndose, quitándose partes de sí misma que ha aprendido que no gustan. ¿De dónde viene ese aprendizaje?, ¿quién nos enseña que partes sí y cuáles no debemos conservar?, ¿quién nos instruye de perfección y de buenas costumbres? Y lo que es peor aún, ¿podemos alcanzar una perfección? Las reglas sociales y las familias tradicionalistas han dicho que las mujeres no sólo pueden, sino que deben alcanzar esa perfección.
    ¿En qué se basan esas reglas? Es muy sencillo, basta con encontrar al amor de tu vida, al hombre ideal, basta con seguir el mandato del amor perfecto, con construir un hogar cálido, con eliminar el sexo casual de tu vida y con tener hijos, si es la parejita, mucho mejor. Basta con que tu cuerpo no incomode a los ojos ajenos, es suficiente con que tus pensamientos se queden dentro de tu cabeza y que tus emociones sean resguardadas en tu sistema límbico, porque no, tampoco se producen en el corazón como también nos han hecho creer.
    Basta con que no hables de esas locuras como la menstruación, la ubicación del clítoris, el orgasmo femenino, la masturbación, la depresión postparto, la ansiedad, el placer, el sexo sin amor. Basta, basta, basta, es justo lo que hace Isabel, que de tanto verbo bastar, decide convertirlo en interjección para decir no más y así poder reclamar su derecho de enloquecer, de llorar, de destruir, de perderse para encontrarse, de deconstruirse para construirse, de cuestionarse la vida; ejerce su derecho de dudar y se aventura en busca de sus propias respuestas.
    Este andar no será fácil, porque muy pronto se dará cuenta de que estas ideas tradicionalistas están muy arraigas en su ser y comenzará con cuestionamientos que la llevan a ideas como:

  • Por qué ando anclando los barcos cuando lo que quiero es navegar.
  • Reconozco el impulso de tener un hijo que no sabría en dónde poner.
  • He entrado al amor siempre en condiciones extremas de debilidad.
  • Diez minutos con un hombre que despierta calor en su cuerpo e Isabel ya está amueblando la casa.
  • Me abandono para no ser abandonada, se entrega preocupada por el tiempo, sin embargo, sueña con una vida eterna.
  • Isabel busca fantasmas, un cuerpo en el que pude mitigar la sed.

    Y justo es esta sed la que la mantiene navegando en un mar que es su alivio, pero al mismo tiempo puede ser su muerte. Se siente cómoda en estas aguas porque ahí encuentra todas las posibilidades: puede flotar, seguir adelante, hundirse por instantes, encontrar la muerte o salir avante. El mar como la representación misma de la vida y la sed como esa interrogante constante de descifrar nuestro ser.
    Pero Isabel es más fuerte que todos sus prejuicios, porque sigue reflexionando y se dice “yo seré el instrumento de mi salvación”, “tengo que recolectar las formas que encuentran luz en mi inconsciente”, “vaciarme como se vacía en el río un cuenco para volver a llenarlo con agua fresca”, “¿por qué estamos siempre esperando a que la iniciativa venga de otro?, ¿estoy tan condicionada?”. Ahí comienza su recuento de los daños, su despertar a la conciencia. Se refugia en la India porque es un país que le ofrecerá el ruido que necesita para no escuchar su propio desastre, para no torturarse con la idea de construir un camino diferente.
    Encuentra en este país todo el caos que ejemplifica su vida misma, un símil exterior que hace alusión a su guerra interna. No existen muchas posibilidades de sanación, es necesario hacer duelos, uno por cada etapa, uno por cada persona, el Tigrillo, el hombre de negro, el Rubio, uno por cada cosa y sentimiento, por lo que sea que nos genere malestar. Auto sanarnos para relacionarnos conscientemente con los demás y dejar de disculparnos por existir.
    Gracias Eda por despertar nuestra sed, por generarnos esa incomodidad que nos lleva a preguntarnos por qué creemos lo que creemos y si estamos seguros de como manifestamos nuestra existencia, de cómo llevamos nuestra propia vida y si estamos navegando en el mar que nos corresponde. Gracias por ser una voz valiente, no, corrijo, la voz de una mujer valiente que muestra sin prejuicios su vulnerabilidad logrando ser una inspiración para todo aquel que aún se siente perdido en este océano llamado vida, porque como bien dice Isabel la única manera de poseer al mundo es riéndose.